La ciudad del futuro no es la de las películas de ciencia ficción
Cuando alguien menciona el concepto de ciudades del futuro, inevitablemente nuestra mente nos lleva a imaginar lo que hemos visto en las películas: un entorno urbano ultra-tecnológico, deshumanizado y un poco caótico, donde las máquinas y la luz de las pantallas cobran todo el protagonismo. Y no solo en la Tierra, sino fuera de ella. También interiorizamos cada vez más un nuevo concepto, el Terraforming, o ese conjunto de técnicas que permiten modificar entornos de otros planetas, tratando precisamente de hacer estos potencialmente habitables para los seres humanos.
Sin embargo, las ciudades del futuro tienen que ver con conceptos mucho más sencillos y con medidas que ponen a las personas en el epicentro de la cuestión.
La ciudad del mañana es una realidad que debemos empezar a diseñar desde hoy, con miras a construir un futuro mejor, garantizando el bienestar del conjunto de la ciudadanía. Por eso en BBK trabajamos desde hace un tiempo con ahínco en la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible marcados en la Agenda 2030. Concretamente, en el caso de las ciudades, nuestro objetivo de referencia es el ODS 11, que hace referencia a ciudades y comunidades sostenibles como modelo para el futuro, y que nos anima a crear lugares seguros, resilientes, inclusivos y sostenibles, proyectados bajo criterios ambientales, sociales y de buen gobierno.
En BBK tenemos interiorizada esta forma ser, estar y actuar, y lo hemos verbalizado en un leit motiv que en dos palabras lo dice todo: competitividad sostenible. Para nosotros este es el único modelo a seguir para construir el mañana que queremos y que merecemos, y somos conscientes de que para eso es necesaria una estrategia sustentada en el largo plazo, mirando más allá de la mera rentabilidad económica y del cortoplacismo.
Al margen de las luces de neón y los androides con los que el cine y la literatura fantástica nos han entretenido, me gustaría resumir en este artículo algunas cuestiones básicas que en BBK consideramos claves para empezar a construir desde hoy las ciudades del mañana.
Para comenzar, es fundamental garantizar las necesidades básicas de la población: educación de calidad, centros de salud adecuados, transporte público accesible, recogida de basuras, seguridad, acceso a servicios financieros o una buena calidad del aire. En Bizkaia, por ejemplo, contamos con una muy buena calidad de aire el 91% de los días o somos ya capaces de aprovechar el 90% de los residuos generados. Pero no podemos relajarnos, sin ir más lejos, y aunque nuestras emisiones siguen una tendencia a la baja, por ejemplo, cada bilbaín@ aún emite de media más de 2,5 toneladas de CO2 al año, lo que equivale a recorrer en coche la distancia entre Bilbao y Pekin 2 veces.
Estos, y otros, son factores de vital importancia que hay que afianzar porque, de otro modo, se contribuiría a ahondar en las divisiones sociales. Por eso hay que incorporar criterios para que las ciudades puedan ser vividas en igualdad de condiciones por todos sus habitantes, independientemente de su edad, género o dependencia. Asimismo, es de vital importancia implicar a los grupos vulnerables en la planificación del desarrollo urbano.
En segundo lugar, la ciudad debe asegurar de manera democrática el derecho a la vivienda para favorecer el bienestar social. La reciente pandemia ha evidenciado aún más la necesidad de viviendas dignas para todos y todas, viviendas que permitan desarrollar un proyecto de vida. Y, además, hay que garantizar una vivienda accesible y eficiente energéticamente, dos aspectos que se podrían extrapolar perfectamente a las barriadas y al transporte público, para así contar con infraestructuras y vías que favorezcan una movilidad sostenible. En Bizkaia sin ir más lejos ya realizamos más de 132 millones de viajes al año en Transporte Público. Un conjunto de condicionantes que pueden ayudar a reducir el consumo energético y la contaminación.
En tercer lugar, la ciudad tiene que disponer de zonas verdes donde poder disfrutar de la naturaleza, donde respirar aire puro y donde practicar actividades diversas, favoreciendo la salud física y psicológica de todos los grupos de edad, de forma inclusiva y haciendo, al mismo tiempo, barrios y ciudades más atractivos para vivir.
En cuarto lugar, la ciudad debe fomentar un consumo local y de cercanía porque, por un lado, contribuye a dinamizar los espacios e incluir a todos los grupos sociales que habitan en ella; por otro, beneficia tanto a las personas productoras como a la salud de la ciudadanía. Por eso en BBK apoyamos al primer sector y al punto de venta local a través de diferentes iniciativas, porque creemos firmemente que son agentes de primera necesidad para nuestra sociedad.
Y si hablamos de economía, en BBK pensamos que la ciudad del futuro debe transitar hacia una economía social, más justa e inclusiva, con iniciativas socioeconómicas que prioricen las necesidades de las personas por encima del lucro, orientadas por valores como la equidad, la solidaridad, la sostenibilidad o el compromiso con la comunidad. Y a la altura de la economía social está la economía circular, una forma de hacer en la que los agentes sociales tienen mucho que decir. Cuando me refiero a agentes sociales hablo de instituciones, grupos, asociaciones, organizaciones y también empresas. Los recursos con los que contamos son finitos y hay que pensar en esta fórmula a la hora de producir nuevos productos.
Por último, me gustaría hacer un guiño a la participación ciudadana. Además de contribuir con pequeños gestos que marcan la diferencia, construir ciudades sostenibles es cosa de todos y todas. Una de las prioridades de los gobiernos locales debe ser desarrollar la capacidad de la comunidad para involucrarse en el diseño de políticas de urbanismo inclusivo, así como garantizar entornos en los que las partes interesadas puedan participar activamente. La toma de decisiones en conjunto con la ciudadanía debe ser un compromiso primordial en el diseño y puesta en marcha de políticas urbanas inclusivas, sobre todo para comunidades vulnerables, como las personas con discapacidades y de edad avanzada.
En 2016 se acuñó un nuevo término que reúne las características que deben tener las ciudades del futuro. Se conoce como “La ciudad de los 15 minutos”, y en resumidas cuentas se trata de un modelo urbano muy flexible que garantiza que todos los ciudadanos y las ciudadanas puedan acceder a sus necesidades diarias en una distancia que pueda recorrerse en un corto trayecto a pie, en bici o en transporte público de no más de 15 minutos.
Habitar, trabajar, comprar, acceder a la salud, la educación y la cultura y poder descansar en armonía con la naturaleza. Son las siete funciones básicas que las ciudades deben garantizar en un recorrido de menos de un cuarto de hora. Los beneficios son evidentes: Una ciudad con mayor calidad de vida basada en la sostenibilidad, la inclusión y la igualdad que además impulsa la economía local. Ya se ha puesto en práctica en varias ciudades como Houston, Milán, Bruselas o Melbourne y cada vez tiene más adeptos.
En nuestro territorio vamos por buen camino. Estamos construyendo ciudades y comunidades sostenibles donde las personas son las protagonistas. Los avances tecnológicos están facilitando mejoras en las metrópolis, pero nunca van a sustituir la humanidad de las ciudades, tal y como nos contaban las películas. En BBK, seguiremos estando ahí, cerca de todos los agentes, trabajando mano a mano con ellos para lograr la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible y dejar a las generaciones venideras ciudades en las que puedan gozar de la calidad de vida y el bienestar que merecen.
Xabier Sagredo
Presidente de BBK