Lo que sobra, lo que falta
Antoine de Saint-Exupéry dejó escrito: «La perfección no se alcanza cuando no hay nada más que añadir, sino cuando no queda nada por quitar». En tiempos de acumulación, de formas de vida y de consumo basadas en la abundancia como principio casi incuestionable, hablar de lo esencial, parece revolucionario. Y no debería serlo.
Desde que accedí a la responsabilidad de Decano del Colegio Oficial de Ingenieros Industriales de Bizkaia, la idea de encontrar qué es esencial para nuestro colectivo me obsesiona, al igual que nuestra aportación de valor al presente y futuro de nuestra metrópoli. Hemos heredado el legado de una institución centenaria, precisamente en enero de 1909 se creó la Agrupación de Ingenieros Industriales de Bilbao, que en 1950 puso en marcha el “Colegio Oficial” que llega por lo tanto en este año 2025 a su 75 aniversario y que ha sido fundamental en el devenir de Bizkaia como territorio moderno y generador de bienestar, con una participación clave en el proceso de transformación que nos ha traído hasta aquí. No es exagerado decir que, si echamos la vista atrás a los más de 75 años de trayectoria de nuestra institución, encontramos una historia entrelazada con los grandes avances que han moldeado el Bilbao Metropolitano moderno que somos hoy.
La responsabilidad hace que sea inexcusable seguir preguntándonos por lo que nos mueve como profesionales de la ingeniería industrial, como personas orientadas al bien común al que contribuimos.
El objetivo de la ingeniería industrial puede describirse como la búsqueda constante de armonía entre la eficiencia y el bienestar humano, el nexo entre ciencia y compromiso, que modelan un mundo más sostenible, justo y conectado. Es la disciplina que nos enseña a entender los engranajes y a ajustar cada pieza para que todo fluya con precisión y propósito. La ingeniería industrial transforma problemas en oportunidades, y cada desafío es un lienzo en blanco donde dibujar soluciones que trascienden lo técnico, que diseñan el camino que une la innovación y las necesidades humanas. Nuestra profesión, en esencia, nos habilita para diseñar sistemas ingeniosos, simples y funcionales que optimizan recursos y maximizan el impacto positivo. La ingeniería industrial, con su visión transversal, es el puente entre el diseño y la ejecución, entre las ideas y la realidad.
No solo ha sido motor de la industria en Bizkaia, sino también arquitecta de una sociedad más eficiente, conectada y próspera. Hemos optimizado procesos y diseñado soluciones que han permitido a las empresas crecer, a las ciudades modernizarse y a las personas disfrutar de un mayor bienestar. Desde la revolución industrial hasta la era de la digitalización, nuestra aportación ha sido constante y decisiva. La profesión y, sobre todo, las personas que hemos conformado nuestra manera de estar en el mundo a través de la disciplina de la ingeniería industrial, tenemos mucho que decir, y mucho que hacer, porque los desafíos y las oportunidades son enormes.
Pero no basta con mirar atrás, porque el futuro no es algo que se espera, sino algo que se construye. Hoy, más que nunca, tenemos la responsabilidad de aportar nuestro conocimiento y visión ante las múltiples transformaciones que se solapan. Transición energética, sostenibilidad y transformación digital y social son algunas de las grandes «llamadas a la acción» que nos interpelan. En estos 75 años, hemos demostrado que la ingeniería no es solo una disciplina técnica, sino también una herramienta de cohesión social. Nuestra capacidad de innovación será clave para enfrentar retos que debe abordar nuestra metrópoli y que van desde el cambio climático y la nueva longevidad, a la automatización de procesos y la integración de las nuevas tecnologías en el tejido industrial en su sentido más amplio y en definitiva en el bienestar de toda la sociedad.
No nos asustan los retos, al contrario: nos motivan. Queremos seguir siendo el punto de encuentro entre los profesionales y la sociedad, un espacio para promover la excelencia, la innovación y la colaboración. Elementos que precisamos en el Bilbao Metropolitano para afrontar nuestro futuro. Ahora, más que nunca, porque sobran los malos augurios y falta algo que es muy propio de nuestra profesión: rigor en el análisis, creatividad en las soluciones y compromiso con el bien común.
Ahí está la esencia.
Txema Villate
Decano del Colegio de Ingenieros Industriales de Bizkaia