Conservación de la biodiversidad, la gestión estratégica de nuestro espacio físico
El Gran Bilbao, ahora denominado Bilbao metropolitano, es un ámbito urbano construido a lo largo del estuario del Nerbioi o Ría de Bilbao, un espacio geográfico de gran relevancia en nuestra historia, con una continuada presencia humana que ha dado un uso preferente a sus diferentes recursos naturales, tanto subterráneos como de superficie, tanto acuáticos como terrestres y tanto biológicos como materiales.
El entramado urbano se despliega a lo largo y ancho de este espacio físico, y lo ocupa y modifica en un proceso de transformación secular que ha provocado la alteración de de nuestro medio natural, y su reducción a un mosaico de espacios verdes, más o menos naturales. Está asumido el mantenimiento de esta red de espacios verdes, e incluso su incremento. Ahora entendemos el valor de lo natural, el valor de lanaturaleza y la necesidad de sumergirnos en ella de vez en cuando, para volver a sentirnos más coherentes con un pasado primigenio. Pero hoy día sabemos que no es suficiente con incrementar dichos espacios si dicho incremento no va a asociado a una elevada calidad de los mismos. Ese valor de la calidad de los espacios naturales es función de la composición de los elementos (hábitats, especies) que albergan, así como de la estructura de interrelaciones ecológicas entre dichos elementos. Esta “infraestructura” (denominada hoy día como infraestructura verde) es la que se ha intentado abordar desde las distintas estrategias de gestión y conservación de la biodiversidad impulsadas tras la aprobación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible en 2015 en el foro de Naciones Unidas.
A este respecto, el Territorio Histórico de Bizkaia cuenta desde 2015 con una ‘Estrategia para la Protección, Mejora y Gestión de la Biodiversidad en Bizkaia’. Por su parte, el Gobierno Vasco puso en marcha en 2016 la ‘Estrategia de Biodiversidad de la Comunidad Autónoma del País Vasco 2030’, que establece las prioridades y compromisos en materia de patrimonio natural y que se alinea con el Objetivo 15 de la Agenda 2030 de Naciones Unidas. A su vez, la Comisión Europea presentó en mayo de 2020 la nueva ‘Estrategia de la UE sobre Biodiversidad 2030: protección de la fauna y la flora’, siguiendo las demandas del Parlamento, que en enero del mismo año exigió identificar las principales causas de la pérdida de biodiversidad y establecer objetivos legalmente vinculantes.
Y todo ello porque los planteamientos de protección de un elemento natural basados en la limitación de acciones humanas que puedan ponerlos en riesgo ya han quedado “obsoletos”, no por equivocados sino por insuficientes. La protección de dichos elementos se ha de abordar analizando su estado dentro de nuestro entramado urbano así como las relaciones que mantiene con otros elementos, y valorando posibilidades de intervención conjunta desde múltiples estrategias que permitan alcanzar un resultado neto de mayor valor añadido.
Con estos objetivos, en el mes de Junio se aprobaba la nueva Ley de Restauración de la Naturaleza de la Unión Europea, un reglamento que persigue seguir impulsando la protección ambiental en todo el continente tras la creación de la Red Natura 2000 hace ya 30 años, y la rehabilitación de sus hábitats naturales, el 80% de los cuales se encuentran actualmente en mal estado. Garantizar unos ecosistemas ricos en biodiversidad y combatir el cambio climático son retos que están intrínsecamente interconectados, y que ya están presentes en nuestras agendas de trabajo. La naturaleza y las soluciones basadas en ella, como las reservas naturales de carbono y los sumideros naturales de carbono, van a ser fundamentales para combatir la crisis climática. Esto incluye la restauración de humedales, ríos, bosques, praderas, pero también ecosistemas urbanos y marinos, así como de las especies que albergan; porque dicha restauración contribuirá a incrementar la biodiversidad general, a conservar los servicios ecosistémicos que nos ofrece la naturaleza, a limitar el calentamiento global y a reforzar la resiliencia de nuestra sociedad. Se reconoce así que la naturaleza en buen estado de conservación debe estar presente en más áreas del territorio, no solo en zonas con menor presencia humana. De este modo, se incluyen ahora objetivos específicos para buscar la renaturalización de las ciudades, y fomentar mediante infraestructura verde el aumento de sus áreas naturales en un 5% para 2050, así como del arbolado urbano.
El cambio que representa esta nueva ley es significativo, máxime cuando aún estamos trabajando con planteamientos de estrategias anteriores. Todo un reto para este Bilbao metropolitano, que habrá de implicar la participación de nuevos profesionales en restauración de la naturaleza, el liderazgo de nuestras instituciones y la implicación de la ciudadanía.
Alberto Aguirre
Vicedecano del Colegio Oficial de Biólogos de Euskadi